La cifra de emisiones de CO₂ por unidad de PIB, también denominada intensidad mundial de carbono, se redujo en 2021 en un 0,5 %. Una cifra importante, pero absolutamente insuficiente si lo que se pretende es rebajar la temperatura global 1,5 °C en los próximos años. De hecho, para llegar a ese valor, que fue recogido en el Acuerdo de París, tendría que elevarse hasta el 15,2 %.
Sin embargo, cada vez son más los esfuerzos destinados a lograrlo. Por ejemplo, la Ley del Cambio Climático y Transición Energética pretende alcanzar la neutralidad climática en 2050. Pero, para 2030, ya prevé un descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero del 23 % respecto a 1990. Para ello, es indispensable que las pymes y micropymes midan su huella de carbono y establezcan estrategias de sostenibilidad.
La huella de carbono se define como el rastro total de gases de efecto invernadero que producen las actividades cotidianas y económicas llevadas a cabo por el ser humano. Este factor hace parte de la huella ambiental y se expresa en toneladas emitidas durante un período determinado de tiempo (horas, días, semanas, meses, años…). Estas pueden ser de:
Desde 1961, la huella de carbono del ser humano se ha multiplicado por once. Actualmente, supone el 60 % total del impacto que tiene la humanidad en el medioambiente.
Sin embargo, no solo las personas y las empresas dejan una huella de carbono. También lo hacen los servicios y productos, ya que emiten gases de efecto invernadero antes (durante la extracción de materias primas, su manufactura y transporte), durante (por ejemplo, al circular con un coche) y después de finalizar su vida útil (cuando es necesario reciclarlo o desecharlo).
Desde la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la respuesta es que sí, pero solo para empresas de determinados sectores. Es el caso, por ejemplo, de los negocios con más de 49 trabajadores que facturen más de diez millones de euros al año. En la disposición duodécima de dicho texto legal es posible encontrar todos los casos.
La huella de carbono es el resultado de la multiplicación de estos dos valores:
Para aplicar esta fórmula es necesario conocer detalladamente el consumo de electricidad y de combustibles fósiles, así como sus correspondientes factores de emisión. Por ejemplo, el del gas natural anteriormente citado es de 0,202 kg CO₂ eq/kWh.
Sin embargo, aunque esos datos sean de vital importancia, no existe un único método para calcular la huella de carbono corporativa. Es el caso, por ejemplo, del protocolo GHG (Greenhouse Gas Protocol o Protocolo de Gases de Efecto Invernadero). También de la norma ISO 14064-1 de la Unión Europea.
Sin embargo, la más importante de las usadas en la actualidad es la TCFD (Task Force for Climate-related Financial Disclosures o Grupo de Trabajo de Divulgaciones Financieras relacionadas con el Clima). Fue creada por el FSB (Financial Stability Board o Consejo de Estabilidad Financiera) del Reino Unido en 2015. En ella se considera tanto la huella de carbono como la exposición a sus activos y la intensidad que se definió en la introducción de este artículo.
Hoy en día, 134 empresas industriales son responsables del 80 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el 98 % no aportó pruebas en 2021 de que sus actividades tuviesen en cuenta el clima. Así lo reflejaban sus informes financieros, que realizaban una omisión clave para los inversores.
Tener en cuenta los riesgos asociados con el clima es clave actualmente. Esta es la razón por la que el uso de la metodología TCFD es más importante que nunca.
Siguiendo esta serie de pasos, es posible calcular la huella de carbono de cualquier negocio:
Un buen consejo es el implantar un sistema de recogida de información que sirva para el cálculo de la huella de carbono en ejercicios venideros. Así la tarea será menos compleja en el futuro. En cualquier caso, una vez obtenido el dato, toca reflexionar acerca de cómo reducirlo.
Todas las empresas deben contar con un plan que les permita reducir sus emisiones de ahora en adelante. El objetivo es alcanzar el Net Zero o cero neto. Se trata de un estado mediante el cual las acciones llevadas a cabo por la empresa no tienen impacto en el medioambiente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Ahora bien, para gestionar adecuadamente la huella de carbono de una empresa, la DEFRA (Department for Environmet, Food and Rural Affairs) de Reino Unido indica cuatro pasos.
Consiste, fundamentalmente, en identificar cuáles son las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero de la empresa. Después, hay que elaborar un plan para reducirlas. Por ejemplo, elevando algunos grados la temperatura del termostato en verano, comprando luminarias de ledes o instalando cerramientos que eviten las fugas de energía.
Es una opción interesante cuando la empresa no puede reducir lo suficiente las emisiones de su actividad. En concreto, las reducciones de emisiones externas se denominan “créditos de compensación de carbono”. Cada uno equivale a una tonelada de dióxido de carbono. Se compran a proyectos de absorción de CO₂ y, a través de ellos, se financia que puedan seguir con su trabajo.
Por ejemplo, imaginemos que una empresa, tras mucho trabajo realizado, sigue emitiendo 1000 toneladas de CO₂ al año. En ese caso, puede comprar 1000 créditos de compensación de carbono. Ese agente externo se encargará de realizar trabajos destinados a reabsorber esa cifra de gases de efecto invernadero.
Evidentemente, hay muchos proyectos externos de reducción de emisiones y cada uno tiene sus características. Los más habituales son estos dos:
La transparencia es clave en el sector empresarial. Por ello, dentro de los estados financieros del negocio, hay que incluir la compra de estas compensaciones. No hacerlo puede ser considerado como una práctica de mala fe para con los inversores externos.
Las empresas tienen otras formas de reducir su huella de carbono:
Un certificado de huella de carbono es un documento que verifica que una empresa cumple con unos determinados requisitos en materia de emisión de gases de efecto invernadero. Solo es concedido por entidades oficiales o acreditadas externas con ese fin.
Fundamentalmente, para aportar credibilidad a los productos ofrecidos por las empresas. Este tipo de certificados confirman que han sido obtenidos tratando de generar el menor impacto posible y mediante prácticas responsables con el medioambiente.
Según el Real Decreto 163/2014, en España se reconocen los certificados de huella de carbono expedidos por las entidades acreditadas por:
Cualquier otra entidad operacional (EOD) o acreditada (AIE) designada por la ONU en el marco del Protocolo de Kioto.
Dicho esto, ¿no sabes a quién recurrir para medir tu huella de carbono? No te preocupes. Usa nuestra herramienta para medir tus emisiones y, si tienes cualquier duda, ponte en contacto con nosotros.
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