Calcular la huella ambiental es una vía fundamental para medir, hacer seguimiento y mejorar el impacto que tenemos sobre el planeta. Este paso clave permite identificar riesgos para la organización y para la sociedad, lo que hace que cada vez más organizaciones se sumen a divulgar su desempeño ambiental. En 2019, más de 600 compañías españolas registraron su huella ambiental en el Ministerio de Transición Ecológica. Y aunque a día de hoy no exista la obligación de reportar sobre el impacto en el medio ambiente de forma global, las grandes empresas como H&M o Nestlé piden que la divulgación del impacto sobre la naturaleza sea obligatoria en 2030.
En este artículo detallamos qué es la huella ambiental, su tipología y cómo conseguir medirla.
La huella ambiental, también conocida como huella ecológica, mide el impacto de las personas o de las organizaciones en el medio ambiente, tanto si este es positivo como negativo. En el caso de las organizaciones, se define como una medida multicriterio del desempeño ambiental de su actividad al prestar bienes o servicios, teniendo en cuenta todo el ciclo de vida.
Resulta crucial que las compañías midan su impacto en el medio ambiente para corregir sus externalidades negativas. Para ello, se fomenta constantemente el establecimiento de objetivos a corto, medio y largo plazo. Además, estas metas deben extenderse a todo el ecosistema empresarial, es decir, a trabajadores, inversores y clientes.
La HAC, también denominada huella ambiental corporativa, es el resultado de aplicar lo anterior al ámbito empresarial. La Unión Europea propone una metodología estándar que calcula la HAC basándose en el análisis de ciclo de vida (ACV) para cuantificar los impactos ambientales de las organizaciones (empresas, entidades administrativas públicas y otros organismos). En cuanto al alcance de la HAC, se estima lo siguiente:
La HAC incluye todas las actividades indirectas y los impactos asociados. Las actividades indirectas son las que se producen antes o después o a lo largo de las cadenas de suministro vinculadas a las actividades de la organización. El alcance de la HAC incluirá por defecto todas las etapas, desde la adquisición de la materia prima hasta la fabricación, distribución, almacenamiento, uso y tratamiento en el fin de vida útil de la cartera de productos (es decir, de la cuna a la tumba).
Fuente: Comisión Europea
Además, la Comisión Europea reforzó recientemente el concepto de «diligencia debida» en las empresas, resaltando la importancia de tener una cadena de suministro y un modelo de negocio transparente. La intención es que contribuyan a mantener el incremento en la temperatura media del planeta por debajo de 1,5 °C y que se respeten los derechos humanos de los trabajadores aplicado a las empresas europeas que operen tanto dentro como fuera de la Unión.
Este concepto supone un avance fundamental en la lucha contra el cambio climático y la degradación de los ecosistemas, ya que hace patente el papel que tienen los negocios, independientemente de su tamaño. Más allá de esto, es posible percibir las siguientes ventajas:
De acuerdo con el análisis del Basque Ecodesign Center, las ventajas de calcular la huella ambiental corporativa se basan en cuatro grandes ejes:
Otra de las particularidades de la huella ambiental es que también se puede enfocar hacia la producción de una empresa. En este sentido, hay que conocer cuál es el impacto que posee la comercialización de cada producto. Este es, quizás, el método más relevante, puesto que constituye la base del negocio.
Para que su análisis resulte eficaz, hay que centrarse en los siguientes aspectos:
La huella ambiental está asociada a varios indicadores. Estas clasificaciones sirven para conocer qué potencial tiene cada proceso para alcanzar el límite planetario, tanto en el sentido local como en el global. En esencia, hay seis tipos que han surgido como resultado de la aplicación de los puntos anteriores al ámbito empresarial.
Mide el volumen de agua dulce empleado para la producción de un bien o la concesión de un servicio. Debe complementarse con el que requiere el consumidor para disfrutarlo.
Se corresponde con las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) producto de la actividad empresarial. Dicho de otro modo, determina la contribución a la destrucción de la capa de ozono del planeta.
Muestra el consumo de recursos naturales en la generación de productos o servicios. Según Global Footprint Network, la humanidad utilizó los recursos que el planeta puede generar al año a finales de julio.
Se trata de la capacidad que tiene un producto de perjudicar a la atmósfera mediante la emisión de gases contaminantes o la degradación de los bosques.
Da a conocer la contaminación que supone un producto o servicio a los medios naturales. Por ejemplo, el vertido de combustible hacia los océanos o la acumulación de materiales no biodegradables en los mares.
Corresponde con el impacto negativo que ejerce la actividad económica en los ecosistemas, principalmente, terrestres y marinos. La expulsión de residuos o la tala indiscriminada de árboles son causas directas.
Con el objetivo de lograr un análisis detallado, se han propuesto distintas formas de medir la huella ambiental corporativa. Las siguientes claves constituyen el método más sencillo para cualquier sector.
Conocer la relación de cada proceso con el medioambiente mediante el seguimiento de las siguientes normas es fundamental:
Hay que clasificar el impacto medioambiental de cada proceso. Para ello, este impacto ha de dividirse en positivo y negativo y, para un análisis más detallado, asignarle una métrica. La huella de carbono suele ser la más adecuada, pues cuenta con el reconocimiento de las Naciones Unidas. Generalmente, se consideran 15 categorías:
No obstante, la inexistencia de consenso sobre el área de impacto para la biodiversidad dificulta este proceso. En ese sentido, el Grupo de Trabajo sobre Declaraciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD) pretende poner la naturaleza en el centro de las consideraciones de las empresas.
Recoger el máximo posible de datos es esencial para que el informe sea concluyente. Una pauta muy recomendada es efectuar una auditoría externa para esta cuestión.
Según las recomendaciones de la UE, un informe de HAC debe contener, como mínimo, estos aspectos.
En primer lugar, es sumamente importante definir claramente cuáles son los objetivos de determinar la HAC. Los más comunes están relacionados con:
El término «alcance» es, quizás, el más complejo de delimitar en un informe de HAC. Se debe interpretar y exponer de las siguientes formas:
Generalmente, esta fase se divide en varios grupos:
Esta es la parte más importante, ya que debe evaluar cuál ha sido el impacto ambiental durante el año. Para tal fin, se deben exponer los criterios anteriores (procesos de tres grupos) junto con un resultado al que pueda aplicarse una métrica como:
La interpretación de datos suele figurar en las conclusiones del informe. Después de baremar los tres grupos anteriores, conviene explicar cuál es la percepción de la empresa acerca de los resultados. Esta impresión se puede dividir en ciertos criterios adicionales que servirán para trazar estrategias a corto y largo plazo:
En definitiva, la huella ambiental es una estrategia que permite vincular las empresas con la lucha contra el cambio climático. Ha llegado el momento de potenciar el compromiso con un planeta más verde. No lo dudes y empieza midiendo tu huella ambiental corporativa con nosotros. ¡Contáctanos!
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