El reciclaje está cambiando el modelo hacer, romper y tirar o take, make, break and throw away. En un planeta con un reparto desigual de recursos, es crucial sacarle el máximo partido posible a la materia prima o a los productos ya transformados. La economía circular contribuye en gran medida a este objetivo, suponiendo un reto en los países desarrollados. Estos son los mayores consumidores y quienes más desperdicios generan, siendo responsables de gran parte de la degradación ambiental y de sus consecuencias.
Para paliar esta situación, se está transitando hacia un nuevo modelo en el que la economía circular es clave. La apuesta del lado institucional es clara, como marca la Unión Europea. En 2020 diseñó un plan para cambiar a este sistema económico. Podría generar 200 veces más empleo que los incineradores o vertederos. Pero ¿qué tendencias son las que destacan en este movimiento? Hablamos de ellas a continuación.
Dado que los recursos son escasos por naturaleza, es imperativo aprovecharlos al máximo. Uno de los problemas actuales es la generación de residuos, que se intenta atajar eliminando justamente el concepto de “residuo”, revalorizando el producto en su fin de vida. Esto lleva a que se replantee todo el ciclo de vida de un producto, haciendo hincapié en el diseño del producto (fase inicial) y eliminando políticas como la obsolescencia programada.
El diseño debe enfocarse en no generar residuos o que los residuos creados puedan ser recuperados para transformarlos sin usar procesos contaminantes. Movimientos como el Zero Waste tienen esa meta y buscan promover la reutilización de los productos. En cuanto a propuestas, el Plan de Acción para la Economía Circular (CEAP) de la Comisión Europea se basa en gran parte en el empoderamiento del consumidor y en el derecho a la reparación. Esta es la propuesta más ambiciosa y completa jamás presentada en la UE para reducir el impacto medioambiental y climático de productos y actividades económicas.
Junto con esto, se abren paso propuestas como la de ReTuna, el primer centro comercial del mundo dedicado al reciclaje. Se ubica en Suecia y supone toda una revolución basada en las compras bajas en carbono. Ofrece una amplia variedad de productos reciclados, reutilizados o fabricados de manera sostenible. Además, buscan darle a los objetos una segunda vida a través del upcycling y la reparación.
En este sentido, se están desarrollando iniciativas locales con talleres para reparar objetos. Existen ya 1527 centros repartidos por toda España, una buena muestra de la vitalidad de la economía circular. Esta no podrá ser si los materiales empleados son tóxicos, tal y como dejó claro Martin Hojsik, MP de Renew Europe. Por tanto, aún queda un largo camino que recorrer, que se culminará gracias a la innovación.
Desde que se aprobó el Plan de Acción para la Economía Circular en 2020, se han producido algunos avances. Un ejemplo lo supone Escocia. La ministra de Economía Circular, Lorna Slater, ha propuesto prohibir la destrucción de productos nuevos no vendidos. Es una práctica habitual entre algunas empresas que eliminan aquellos objetos que no pueden vender. Así, caen en un malgasto de recursos y generan desperdicios de manera innecesaria.
El empaquetado de los productos también se encuentra en el punto de mira. Por norma general, acaban convirtiéndose rápidamente en residuos, en especial los plásticos. Para evitar este problema, se ha diseñado un packaging fabricado con setas y hongos. Es biodegradable y su fabricación sostenible, por lo que no contribuye a generar contaminación o desecho alguno.
Además, a la hora de luchar contra los residuos y la contaminación, se han producido grandes avances. Existen bacterias, hongos y gusanos capaces de digerir o descomponer el plástico. Este material se degrada con el tiempo, pero llega a tardar varios siglos. Gracias a estos seres vivos es posible acelerar el proceso y reducirlo a, en algunos casos, minutos. Esto permite evitar que un elemento tan contaminante como el plástico llegue a los ecosistemas.
A la hora de buscar la generación de cero residuos, se plantean otras soluciones. Un ejemplo en el sector de la moda son las prendas de ropa fabricadas con kombucha, celulosa bacteriana o botellas recicladas. Son materiales biodegradables y no tóxicos, que pueden ser muy útiles. Hay que tener en cuenta que la industria descarta al año 92 millones de toneladas de prendas.
Asimismo, se está combatiendo el e-waste, que es el deshecho de productos tecnológicos. Su capacidad para contaminar es alta, lo que está presionando, por ejemplo, para mejorar el diseño de las baterías. Se busca que no sean de usar y tirar, ya que tienen un grave impacto ambiental.
En definitiva, el reciclaje contribuye a dejar atrás la cultura de usar y tirar. Es importante reducir, reutilizar y reciclar los productos. Así, se optimiza el uso de los recursos. Para celebrar el Día Internacional del Reciclaje, nada mejor que dar los primeros pasos en esta dirección. Gracias a las soluciones tecnológicas adecuadas, toda empresa podrá pasarse a un modelo más sostenible.
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