Hoy en día, las empresas han de tener muy en cuenta la parte social del ESG (environmental, social and governance). Este es un aspecto fundamental que se centra principalmente en las condiciones laborales y el respeto por los derechos humanos.
En los últimos años, los inversores han concentrado sus esfuerzos en la E o dimensión ambiental ya que esta es más fácil de medir. Como apunta el Stanford Social Innovation Review:
«El planeta no es necesariamente más importante que las personas, simplemente es más fácil de medir. A los inversores les gusta medir cosas que puedan incluir en sus modelos, y el carbono es fácil de cuantificar».
Trayendo de vuelta la parte social del ESG
El componente social del ESG se manifiesta a través de seis variables diferenciadas. Todas ellas ponen de relevancia el trato que se debe dar a los trabajadores, pues las empresas no pueden progresar si no cuidan de forma adecuada sus plantillas.
1. La importancia de la salud
La salud es la base sobre la que se asienta la sociedad y su degradación – tanto física como mental – tiene un impacto sistémico, puesto que el éxito del sistema actual está basado en la interdependencia. Tal y como se ha visto con la pandemia provocada por el coronavirus, la degradación de la salud individual a gran escala afecta al desempeño de las empresas y a la economía en general. Al valorar la salud, se permite a los trabajadores rendir al máximo y vivir sus vidas en plenitud.
Este afán es de gran importancia también para los inversores. El factor “salud” no se menciona con demasiada frecuencia a la hora de hablar de inversiones a pesar de que su impacto sea significativo. Es por esto que las empresas pasan por alto este factor, dándole prioridad a otros factores de alto impacto. Así, se producen riesgos financieros al no crear unos lugares de trabajo que potencien el bienestar. Para lograr una transición a una sociedad próspera que ponga el bienestar en el centro, se han creado iniciativas como la de Long-term Investors in People’s Health (LIPH) o Inversores a largo plazo en la salud de las personas.
Este proyecto elevará la salud hasta convertirla en riesgo sistémico para las inversiones. El objetivo principal es establecer buenas prácticas y ofrecer oportunidades con la ayuda de expertos que produzcan métricas y optimicen la gestión de datos con nuevos KPIs.
De este modo, las inversiones se canalizarán hacia las empresas que mejores entornos de trabajo diseñen. Esto incluye, entre otros aspectos, contar con espacios ergonómicos, horarios flexibles y asistencia psicológica.
2. Desigualdad en los ingresos
La pandemia ha supuesto un duro golpe para la economía, pero los grupos más vulnerables se han visto afectados por esta situación con mayor dureza. Para tratar de solventar este problema, es fundamental que las empresas ajusten sus salarios y que estos sean justos.
El objetivo tiene que ser acabar con los empleados pobres. Una buena alternativa es establecer un salario mínimo, el cual no varíe en función de las actividades realizadas. De esta forma, los trabajadores contarán con una red de seguridad. Sin embargo, la remuneración también ha de ser justa y estar relacionada con la productividad.
3. Diversidad, equidad e inclusión
La diversidad es otro factor al que prestar atención. Multinacionales relevantes en el sector de la inversión, como BlackRock, son claras al respecto. De hecho, esta empresa estadounidense ha dejado constancia de que pedirá ciertos datos a las empresas antes de invertir en ellas. En concreto, tendrán que informar sobre la composición racial, étnica y de género de su plantilla.
4. Habilidades del empleado
Disponer de una plantilla con las habilidades adecuadas es crucial para la supervivencia de las compañías. Por este motivo, las empresas deben esforzarse en buscar los perfiles con más talento y en formarlos. Pero, para cumplir con este propósito, es preciso mantener la inclusividad. El talento se encuentra en cada individuo, sin importar su procedencia.
5. Mejorar comunidades
La parte social del ESG también incluye a las comunidades. Las empresas se ubican en ellas y contratan a quienes las conforman. Por lo tanto, es importante que una parte de sus acciones contribuya a mejorar su bienestar. Esto les permite devolver el apoyo que muestra la población al adquirir sus productos y servicios.
6. La innovación social
De acuerdo con la definición de la OCDE, la innovación social se hace a través del diseño y la puesta en práctica de nuevas soluciones que conlleven un “cambio conceptual, de proceso, de producto o de organización, cuyo objetivo final es mejorar el bienestar de las personas y las comunidades”. Y es que a través de diferentes iniciativas de emprendimiento, los innovadores sociales han mejorado las vidas de 722 millones de personas en estos últimos 25 años según la estimación de la Fundación Schwab para el emprendimiento social. Muchas iniciativas emprendidas por la economía social y por la sociedad civil han demostrado ser innovadoras a la hora de abordar problemas socioeconómicos y medioambientales, contribuyendo al mismo tiempo al desarrollo económico. Conseguir reunir las condiciones propicias para innovar depende de las políticas vigentes:
“Para aprovechar al máximo el potencial de la innovación social, es necesario un marco político que apoye a los agentes públicos, sin ánimo de lucro y privados para que co-construyan y apliquen soluciones socialmente innovadoras y contribuyan así a abordar los problemas socioeconómicos, a construir una mayor resiliencia territorial y a responder mejor a futuras perturbaciones.”
OCDE, Social Innovation
La S en RSC
Junto con los derechos de los trabajadores, las empresas también tienen que cuidar sus acciones de Responsabilidad Social Corporativa. Las iniciativas con un impacto realmente positivo deben evitar por todos los medios el socialwashing. Este término se refiere a las actividades sociales “estéticas” y superficiales que carecen de compromiso real. Por regla general, se emplean en campañas de marketing, dado que pueden mejorar la imagen de una marca.
Para que esto no ocurra, las acciones de RSC deben ser relevantes, honestas y con resultados medibles. Un ejemplo positivo es una donación para apoyar causas sostenibles dentro de una comunidad y que esta salga empoderada gracias a un proyecto basado en la resiliencia. De esta forma, la empresa ofrece una ayuda real y no un mero lavado de cara.
En definitiva, esto es lo que significa la S de social tanto en ESG como en RSC. Sin duda, los empleados son la pieza clave de cualquier compañía, por lo que deben ser tratados y valorados como es debido. Además, toda acción en las comunidades tendrá que ser relevante para evitar el socialwashing. Para no caer en malas prácticas, la digitalización es la solución a seguir.
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